Con la excusa de que en ambas series hay artes marciales de por medio, hemos embutido en el mismo programa Warrior y la segunda temporada de Cobra Kai. En realidad difícilmente podrían ser más distintas. Warrior es un drama de casi una hora por capítulo ambientado en el San Francisco de finales del XIX en el que se entremezclan aspiraciones políticas, tensiones raciales, imperios del crimen y problemas familiares con zurriagazos a mano suelta. En cambio Cobra Kai es un drama con aires de culebrón de poco más de media hora por episodio en lo que es la continuación directa de Karate Kid. Ahora el protagonismo se lo dividen unos veteranos Johnny Lawrence y Daniel LaRusso y sus jóvenes alumnos. Ambos hombres siguen enfrentados por un pasado que no parece tener sentido sin el otro. La premisa parece veneno, pero hacen un trabajo espectacular caracterizando a los personajes, comprimiendo mucha historia en cada capítulo y haciendo que casi todos los personajes sean un poco gilipollas, pero también muy entrañables.