Sabíamos que Ant-Man teniá potencial y sabíamos que no habían hecho una película super seria y dramática, así que fuimos al cine a dejarnos sorprender con algo que al menos no diera vergüenza. El caso es que es una dignísima película. Poco ambiciosa, sí; pero divertida y con un ritmo que nunca decae. Le bastan tres ideas bien ejecutadas, unos secundarios que rápidamente se ganan al público y ningún error de bulto en su desarrollo para erigirse mejor película de entretenimiento que, por ejemplo, cualquiera de las de Thor. Una agradable sorpresa. Hemos visto también Fast & Furious 7, que abraza el exceso y consigue dar al espectador lo que necesita y quiere en cada momento, aunque eso suponga tirar de conveniencias o del más difícil todavía. Es increíble comprobar la claridad de ideas de la película y lo fácil que hace lo que para otras resulta complicado: Una historia sencilla contada con extremo rigor visual donde el objetivo no es tanto impactar sino sorprender y sobre todo hacer disfrutar de cada escena como si fuera la secuencia más importante de la película. Dos horas y cuarto de crescendo de acción y velocidad que nos ha encantado. Y terminamos hablando de la tercera temporada de House of Cards, a la que achacamos falta de enfoque. Las tramas de la temporada han estado en exceso diluidas y alargadas. A cambio, hemos obtenido un apasionante retrato de los personajes y pocas veces una serie nos ha hablado con tal crudeza y terrible verosimilitud sobre lo que significa la lealtad, el poder o el amor para sus personajes.