Nos hemos quedado un poco a medio camino con Jupiter Ascending/El Destino de Júpiter, porque aunque hemos disfrutado de sus aspectos estéticos, visuales y conceptuales así como de su descaro a la hora de plantear su propio mundo y desarrollarlo sin vergüenza, lo cierto es que a la hora de transmitir emociones, de hacer que los personajes te importen y de cargar de energía las situaciones, fracasa. Una pena. También hemos visto La Isla Mínima, película aseada con evidentes aciertos en reparto, ambientación y tono. Todo eso casi compensa que, mirada a los ojos, la película sea un thriller más bien simplón con poca tensión y un desarrollo a trompicones. Casi. Y acabamos hablando de Life is Strange, aventura conversacional por episodios de estructura muy similar a los juegos de Telltale pero con un giro: El poder de la adolescente protagonista para rebobinar el tiempo y cambiar sus decisiones. A destacar su aspecto visual, la interacción con el entorno muy en la línea de Gone Home y su historia mitad sobrenatural mitad de adolescente atrapada en sus dudas existenciales. Los guionistas fallan como una escopeta de feria cuando intentan replicar la jerga juvenil, pero solo ocurre dos o tres veces, así que se lo perdonamos porque el juego exuda atención por el detalle y capacidad de enganchar al jugador.