Para quienes, como me ocurre a mí, aman la música pero no han sido bendecidos ni con un oído extraordinario ni con la capacidad de crearla, películas como Copying Beethoven nos permiten sentirnos durante hora y media parte de ese exquisito acto de creación. El famoso compositor y su ficticia copista Anna Holtz nos llevan de viaje a través de una música y una historia que no hace falta entender, que no hay por qué racionalizar. Beethoven hay que sentirlo.