Lo audiovisual pasivo se nos ha comido la semana y hemos acabado entre pelis y series, sin espacio para el ocio interactivo ni otras formas de cometiempos. Hemos disfrutado moderadamente de Carrie, el remake de la película o la nueva adaptación del libro de Stephen King (según se mire) donde Julian Moore clava su personaje de madre loquísima y Chloë Grace Moretz interpreta a la protagonista con suficiente vulnerabilidad y agresividad, ambas cualidades requeridas por el personaje. No destaca mucho más allá de las interpretaciones y la puesta en escena, pero se deja ver muy bien. No podemos decir lo mismo de El Juego de Ender, adaptación vistosa pero fallida de la renombrada novela de Orson Scott Card. Aunque no somos grandes fans de la novela, le reconocemos algunas virtudes de las que carece la película. Personajes esquemáticos y planos, avance abrupto de la trama, interpretaciones de circunstancias de Harrison Ford y Ben Kingsley... Todo muy bonito, eso sí. Con bien logrados efectos especiales y batallas espaciales que no están mal. Y en el terreno de las series, otra bofetada en la cara. La irregular Da Vinci's Demons ha vuelto en su segunda temporada y el primer capítulo en vez de mejorar los puntos débiles ahonda en ellos. Flashforwards antes de resolver cliffhangers, avance de la trama vía sueño/visión/truco barato de guionista en horas bajas y mientras tanto los personajes languidecen, los secundarios casi brillan por su ausencia y se les dedica más tiempo a los malos que a los bueno. Lo cual es normal porque Da Vinci no hace nada. Se cae de la lista de visionados por terca, tramposa y MALA.