Ant-Man y La Avispa vienen a dejar claro que no siempre "más grande es mejor". La película opta por expandirse hacia lo personal en vez de crecer de manera desproporcionada en busca de ofrecer acción de impacto global. No es una película de salvar el mundo. Las apuestas son mucho más personales y por ello el foco sobre el protagonista se amplía hasta abarcar a Hank Pym y hacer de Hope Van Dyne la estrella de la función a la hora de las superheroicidades. La achacable falta de unos antagonistas mejor perfilados queda reducida por el hecho de que vencerlos no es el objetivo. Algunos personajes han visto también menguada su presencia e impacto en la trama, pero en general la película consigue seguir siendo divertida sin depender tanto de los chistes ni de los gags y eleva la calidad de la acción y el ritmo general de un modo que hace minimizar sus carencias hasta hacerlas casi desaparecer.