Probablemente no hayamos tenido mayor disfrute cinematográfico crudo y sin adulterar este año que John Wick: Capítulo 3-Parabellum. Una película centrada en ofrecer las más variadas, contundentes y satisfactorias escenas de acción. Que se aprovecha de su marcada estética y el trabajo previo de la saga elaborando una mitología para deleitar con la más elegante resolución de escenas coreografiadas que recordamos en mucho tiempo. Es verdad que tiene en su parte central un pequeño detour que no acaba de funcionar del todo. Es verdad que no hace grandes contribuciones a la mitología, que se convierte en esta película más en pose estética y fondo para la trama. Pero da gloria ver a John mandar al otro barrio a docenas y docenas de enemigos de forma metódica, eficaz, profesional, imparable.
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