Puede que nada se acabe nunca de verdad y puede que el Universo Cinematográfico Marvel no sea una excepción. Pero Endgame es un final tan apoteósico, expansivo y satisfactorio como creemos que puede proporcionar una saga multimillonaria que engloba docenas de películas. Una carta de amor a unos personajes a los que deja sentir, quebrarse, recomponerse y alzarse por encima de sus limitaciones tal y como todo ideal superheroico debería aspirar a hacer. Puede que no sea excelente todo el rato, puede que aquí y allá flaquee, quede más plana o no convenza argumentalmente del todo. Pero como colofón y último (por ahora) ladrillo de la construcción de un universo cinematográfico compartido como nunca antes se ha visto es un triunfo descomunal que, además, salda consigo misma y con los espectadores todas sus deudas. Maravillosa. E irrepetible.
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