Finalizada la séptima temporada del fenómeno mundial Juego de Tronos (Game of Thrones) y no nos resistimos a comentarla bajo estricto Territorio Spoiler. Como siempre, tratamos de ser honestos y poner las cartas boca arriba: Nos encanta y divierte esta serie, pero se ha convertido en un despropósito argumental que ha caricaturizado a sus personajes. Su maniqueísmo a la hora de separar buenos y malos, su devenir argumental por los caminos más predecibles, su despreocupación por personajes y tramas que deja abandonados, sus forzados intentos de amagar con problemas o conflictos que nunca llega a desarrollar, etc. etc. Nuestra conclusión es clara: Es una serie de un éxito colosal con unos medios extraordinarios y una espectacularidad pocas veces vista. Es divertidísima de ver (con dos tragos encima todavía más) pero poco tiene que ver con el complejo tapiz de personajes, tramas e intereses que era cuando comenzó. Poco tiene que ver con el sobrio y multifacetado retrato de personajes que era cuando comenzó.
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