miércoles, 3 de febrero de 2016

Eventos Marvel (II): Civil War

Civil War marcó, entre 2006 y 2007, el inicio de la era de los Eventos en Marvel. En un intento por modernizar las historias de gran alcance, atrás quedaba la sobada acepción "crossover". Un Mark Millar en estado de gracia (simultáneamente estaba terminando de publicarse el segundo volumen de sus Ultimates) y un Steve McNiven dispuesto a dar una lección de estilo y narrativa widescreen, dieron un vuelco al Universo Marvel y a las expectativas incluso de los lectores más veteranos. Una historia controvertida, polémica, no exenta de problemas, sorpresas y retrasos, que no obstante sigue pareciéndome el mejor evento Marvel de la era moderna de la editorial.




Mark Millar siempre ha sido un excelente vendedor de ideas viejas como si fueran nuevas. El escritor escocés tiene la capacidad de encontrar un ángulo interesante a cada concepto que ha sido puesto ya en el imaginario colectivo, ya sea este colectivo el de lectores de cómics o la sociedad en general. En los 7 números que componen Civil War, Millar toma la idea de la responsabilidad de las acciones del superhéroe ante la sociedad y compone un escenario donde la ciudadanía apoya la creación de un registro de seres con poderes para que sean regulados, entrenados y si es necesario pagados por el estado a fin de que no sean agentes libres y de que respondan por las muertes o desgracias que de su actividad se derive. El quid de la historia es sencillo: Algunos héroes verán este control como un mal a la larga inevitable que es mejor gestionar desde dentro. Otros héroes se negarán, aduciendo que para hacer el Bien, casi siempre es necesario estar al margen de los gobiernos, los poderes fácticos y los grupos de presión.

Pronto se forman los dos bandos. Iron Man, el hombre pragmático, lidera la iniciativa del registro junto con los más cerebrales de los héroes (gente como Reed Richards o Hank Pym) y el Capitán América, adalid de la Libertad, es el cabeza visible del grupo de héroes nutrido principalmente por los denominados "héroes callejeros". Ambos grupos se enfrentarán en distintas situaciones y momentos y de la victoria de un bando u otro dependerá que la ley de registro, ya aprobada, se quede o no en papel mojado.

Aunque el Capitán América apele a sus convicciones y sea el faro moral del Universo Marvel, Iron Man defiende una postura sensata.

Millar vehicula el dilema moral a través del personaje con el que el lector más ha empatizado siempre: Spider-Man. Cuando a la altura del número 2 Peter Parker, el hombre que más ha luchado por mantener su identidad secreta, la revela al mundo, todos los lectores nos quedamos conmocionados. El cómic nos obligaba de repente a considerar el registro con mayor objetividad y a aplicar una vara de medir más cercana a la de nuestra realidad que a la de ese Universo Marvel donde los superhéroes estrafalarios y coloristas campan a sus anchas. Y al plantearlo desde esa perspectiva surge la gran duda para el lector: ¿Se equivoca el Capitán América? ¿Está bien cambiar seguridad por libertad? El evento ganó notoriedad con rapidez, no solo por la revelación de la identidad de Spider-Man, sino porque en pleno segundo mandato de George W. Bush, la dicotomía libertad/seguridad estaba en boca de todos. Los medios generalistas vinieron, como suele decirse, por el desenmascaramiento,  pero se quedaron por la nada velada lucha ideológica con claros paralelismos con la situación de la política estadounidense del momento.

Peter Parker revela su identidad al mundo, el lector se cuestiona su propia opinión y las apuestas del evento suben.

Steve McNiven se encarga de que toda esta carga conceptual e ideológica se transforme en un espectáculo visual impresionante. El dibujante canadiense venía dando muestras de su calidad aquí y allá, pero este evento acabó lanzándolo al estrellato. Aunque con la perspectiva que da el tiempo es de recibo achacarle unos encuadres no siempre acertados, algunos fondos poco trabajados, un cierto estatismo y sobre todo unos retrasos que a la postre se han convertido en la norma para los dibujantes estrella, lo cierto es que su capacidad para mantener la composición de página en el formato widescreen sin que la narrativa se resienta es admirable. Da unidad al conjunto y aporta una belleza formal impactante. Pero además, su estilo de dibujo es agradable y proporcionado; sus recursos narrativos, pedestres pero eficaces; y sus figuras humanas se muestran muy detalladas incluso en las viñetas más atestadas de personajes. Las virtudes, en definitiva, superan con mucho a sus defectos. Ayudando a realzar su trabajo se encuentran (en mi humilde opinión) la mejor pareja de entintador y colorista que ha tenido: Dexter Vines y Morry Hollowell, a quienes debemos el look de dibujo definido y de color intenso y potente tan característico de cada una de las páginas de este evento.

Narrativa widescreen como norma. A veces faltan fondos y el encuadre no es siempre el mejor, pero el dibujo limpio y los colores potentes le dan personalidad.

Seducir a los medios generalistas
Si el gran logro de House of M fue establecer un objetivo editorial claro para los eventos, el gran logro de Civil War fue saltar a las noticias, estar presente en el imaginario público, atraer a los medios generalistas. En medio de la tormenta política estadounidense, Civil War supo captar la atención de los medios, que quisieron entender la historia como una contraposición de posiciones ideológicas del mundo real y promocionar Marvel como un mundo "como el nuestro pero con superhéroes". Un espejo en el que se podían buscar respuestas alternativas y panoramas diferentes que nuestro mundo no podía asumir. La prueba de la relevancia de Marvel en los medios fue la muerte del Capitán América al poco de la finalización del evento. Probablemente el acontecimiento tebeístico con más cobertura mediática de la era moderna junto con la muerte de Superman en 1.992.

La diferencia radica, por supuesto, en que gran parte de la cobertura de Civil War y la muerte del Capitán América abarcaba algo más que la historia del tebeo. Por vez primera Marvel fue capaz de utilizar en su beneficio el mensaje a diferentes niveles que podía elaborar a través de sus tebeos; de usar como punto de apoyo y expansión la fuerza enorme que le confería cada artículo de prensa y cada noticia en televisión; de lograr hacer llegar su producto a más gente sin necesidad de cambiarlos excesivamente. Que la primera producción de Marvel Studios estuviera protagonizada por Iron Man, que consiguió una enorme cobertura mediática por ser uno de los personajes principales de Civil War y que la película se estrenara a mediados de 2008 suena de repente a un movimiento mucho más meditado y menos arriesgado de lo que pudo parecer en su momento. De todas maneras, no teniendo elementos de juicio para poder saber si fue pura casualidad o no, me decanto por pensar que bastante tenían haciendo la película como para fijarse en sinergias de este tipo.

En cualquier caso, y especulaciones al margen, el método de adquirir notoriedad quedó concebido y asentado. A partir de Civil War, cada suceso importante, cada evento con paralelismos en el mundo real, cada muerte, cada resurrección, cada creación de un nuevo personaje y cada impactante cambio de status quo ha sido ofrecido de manera atractiva a los medios generalistas con la esperanza de captar una atención que hasta entonces les había sido esquiva. Un logro nada desdeñable que, unido a las estratosféricas ventas (el número 2 vendió todavía más que el 1, lo cual sigue siendo un hecho sin precedentes en cualquier otra miniserie) y el impacto que causó en el fandom, convierten a Civil War en el evento más exitoso de la editorial.

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