Espectacular semana si no por calidad, sí al menos por la cantidad de colecciones nuevas que se han editado. Y eso que alguna nos hemos dejado fuera (no por discriminarla, sino porque simplemente no hemos sido capaces de seguirles la pista a todas). 6 nuevas colecciones ocupan todo el tiempo de Entre Cómics. Es que no daba para más. Comenzamos alabando She-Hulk de Charles Soule y Javier Pulido (con colores de la también patria Muntsa Vicente, cuyo trabajo en The Private Eye nos viene cautivando número tras número). Un tebeo que se presenta con aspecto desenfadado, pero que promete mezclar con acierto abogacía y superheroísmo con temas probablemente no tan desenfadados. Joshua Hale Fialkov y Joe Infurniari sacan en papel un proyecto que solo a posteriori hemos sabido que nació hace un tiempo como cómic digital. Misterios en torno a un futuro bastante apocalíptico que se revela a los personajes mediante unas misteriosas cartas que parecen escritas por sus yoes futuros. Suena mejor de lo que luego se deja leer, la verdad. Otra de las sorpresas agradecidas de la semana es The Royals: Masters of War de la línea Vértigo de DC. Rob Williams escribe y Simon Coleby dibuja. En una Europa muy parecida a la nuestra que está siendo azotada por la Segunda Guerra Mundial, las grandes familias reales guardan un secreto que puede ser a la vez salvación y perdición para sus súbditos. Muy buen dibujo para una miniserie de 6 números que promete ir cada vez a mejor. The Fuse, de Anthony Johnston y Justin Greenwood nos lleva a una estación espacial para presenciar el primer día de trabajo de un detective que tiene que lidiar con su nueva y veterana compañera y con lo que parece un asesino en serie. Ninguna floritura, pero cumple de sobra. Cosa que no podemos decir de las últimas dos novedades. The Mercenary Sea es un tebeo sobre una tripulación de balas perdidas en busca de la típica isla llena de riquezas que en teoría no existe. Kel Symmons se casca una historia montonera llena de tópicos y Matthew Reynolds nos asalta con un dibujo de clara inspiración en la animación Flash o algo por el estilo. Bastante mal. Aunque para Mal que merezca una mayúscula bien gorda, X-Force. Simon Spurrier nos cuenta una historia demencial con diálogos montoneros donde cada personaje se encuentra irreconocible. Y le ayuda a redondear el despropósito el dibujo de Rock-He Kim que es telita fina, oiga...
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