No, no es un nuevo paradigma para los Mario. No es Super Mario Bros. 3, ni Super Mario 64, ni Super Mario Galaxy. Pero que me aspen si no es el Mario más integrador, el Mario más destilado que me he echado a la cara. Tiene todo lo que uno puede esperar y desear de un juego de Mario: control exquisito; niveles variados e imaginativos con un montón de secretos; disfraces y objetos especiales a tutiplén y el feeling inconfundible de amabilidad y colorido propio del barrigudo fontanero. Pero además aúna algunas de las virtudes y características de sus predecesores: Del Mario 2 toma prestados los 4 personajes diferentes con habilidades propias; del Mario 3 la fiesta de los disfraces y potenciadores (con muchos, muchísimos nuevos que añadir a la colección, destacando el disfraz de gato, un instant classic) y la capacidad de asombrar a cada paso; del Mario World la sensación de un mapeado grande que explorar; del Galaxy 2 hereda el no tener dos pantallas iguales; del Mario Bros. Wii el multijugador; del 3D Land el equilibrio casi perfecto entre un mundo 3D y un diseño de niveles cuidado al máximo para que se juegue tan cómoda e intuitivamente como un Mario 2D. ¿Significa eso que no es más que un compendio de ideas viejas con un lavado de cara? Rotundamente no. Super Mario 3D World además de ser tan divertido y familiar en su jugabilidad como se espera de un Mario, cuenta con nuevas mecánicas, nuevos potenciadores y disfraces, nuevas mecánicas de juego y nuevos niveles diseñados a semejanza de los mejores manjares culinarios: Cada pantalla es una deliciosa y pequeña muestra de virtuosismo que siempre satisface, pero siempre deja con ganas de más.
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