lunes, 24 de junio de 2013

Man of Corcho y Hostiafina

Clark Kent tiene un problema. No sabe quién es, ni de dónde viene. Tampoco le han enseñado lo que es el Bien ni lo que es el Mal. Solo lo que es la seguridad del anonimato. Man of Steel nos presenta la mejor versión del superhéroe desatado y la peor versión de la persona tras los poderes. Cada aplauso que merece por llevar a Superman a su plasmación visual lógica cuando se mueve y lucha es silenciado por la inanición moral en la que envuelve dichas acciones. Nuestro Hombre de Acero es indestructible, pero nada ni nadie le importamos demasiado. Y así es difícil que él nos importe demasiado a nosotros.



Con Man of Steel no queda sino felicitarse por las decisiones tomadas en la dirección correcta. Superman es un ser muy poderoso. Cuando pega, devasta. Cuando lucha, la tierra tiembla, los edificios se tambalean y las ciudades quedan arrasadas a nivel. Es el Superman que hemos querido ver en el cine durante años.

Pero por alguna razón lamentable, los responsables de la película han pensado que debían acompañar esto con una serie de decisiones que vaciaran al personaje de su característico porte y valores de boy-scout. Para un señor que dice llevar en el pecho un símbolo que significa esperanza, él no representa nada. Solo a sí mismo. Y no es que eso esté mal. Es simplemente que ese no es Superman.

El film está llevado con maña y está construido con algunas piezas nuevas o al menos menos sobadas: Un prólogo en Krypton visualmente resultón que pone los personajes donde deben estar. Unos orígenes de Kal-El distribuidos en flashbacks a lo largo del metraje para no atascar el principio. Una Lois Lane intrépida de verdad. Aun así, se toma su tiempo. Vas a tardar una hora en tener al señor de la S en el pecho. Y aun entonces... es solo un señor con un traje.

El único con una brújula moral que no está jodida es Jor-El, que sabe qué es lo correcto, aunque implique tomar decisiones difíciles.

Es que es ponerse el traje y tener la mala suerte de ser atropellado por la trama. No le dejan convertirse en Superman. Muy pronto surge la amenaza de Zod y todo queda reducido (que no es poco, eh) a darse unas hostias como panes. A hacer atravesar gente varios edificios de un puñetazo, a pegarse con camiones cisterna o vigas de hierro colado. Todo lo que siempre supimos por los cómics que debía ser una pelea de Superman. Cierto que el director se empeña en rodarlo todo con ese estilo cámara en mano que tan poco favor hace al espectáculo visual, prefiriendo el impacto y el sobresalto continuo, pero aun así, la decisión de llevar el poderío físico del personaje hasta sus últimas consecuencias es digno de aplaudir.

¿Qué tiene entonces Man of Steel que tanto parece molestarme? Como he dicho antes, que este protagonista no es Superman. La base de Superman es muy sencilla. El ya venía Súper de serie. Y los Kent le enseñaron a ser Man. Él ya traía los poderes. Los Kent le enseñaron valores. Le enseñaron a entender el mundo desde una perspectiva donde el Bien no era una opción, sino una obligación. Algo a lo que los demás solo podíamos aspirar, pero que Superman podía encarnar y simbolizar como ningún humano podría jamás.

La peli se empeña en absurdos paralelismos con Jesús: 33 años, escenas con los brazos en cruz... ¡Qué más dará si es de corcho!

Pero aquí Pa Kent es una fuerza, en el mejor de los casos, de la neutralidad. Su cinismo moral y su miedo se imponen a cualquier otra consideración. Que deba ser Jor-El quien dicte a su hijo cual debe ser su papel en el mundo no deja de ser extraño. Cuidado, la película es coherente con este ambiente de miedo y neutralidad en el que es criado. Clark Kent mantiene un perfil bajo, ayuda más o menos aquí y allá cuando puede pero sin tomárselo muy en serio, más por un impulso de “por qué no hacerlo si puedo hacerlo” que por convencimiento.

Por eso es difícil conectar con este Hombre de Acero. Porque no es humano. Es un alienígena que apenas comparte los grandes valores de la Humanidad. Que nos defenderá y protegerá porque puede hacerlo y porque su madre adoptiva todavía vive en el planeta. Porque no hacer nada pudiendo hacerlo parece que esté mal, pero no porque tenga la convicción necesaria ni el sentido de la responsabilidad que se le presupone. Se equivocaron con el título. Debieron haberlo llamado Friendly Alien of Steel. Porque de hombre tiene muy poco. 

Michael Shannon clava la villanía de Zod, pero tiene muy poco material sobre el que construir un personaje memorable.

Indicaciones: Hostias como panes. Durante 40 minutos. Si el personaje no te importa mucho, aquí tienes un señor con capa en una peli entretenida.

Contraindicaciones: Si Superman es para ti sobre todo la encarnación de todo lo bueno, aquí... tienes un señor con capa. Flashbacks encajados muy avanzado el metraje. Si piensas en detalles argumentales de la peli más de 5 minutos, te vas a hartar de incoherencias y absurdideces.

Interacciones: La Muerte de Superman (hostias como panes). The Authority, el comic, con más violencia pero al menos una moralidad bien clara. No, no pongo el Batman de Nolan aquí. Pero eres libre de añadirlo.

Efectos Secundarios: Tan bien y tan mal al mismo tiempo. No sabrás si salir supercontento porque madre mía qué derroche visual o superdeprimido porque Superman no sabe exactamente por qué lucha.

2 comentarios:

  1. Completamente de acuerdo, la vi ayer y dije vaya tio mas rancio, pero vaya ostias!

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    1. Las ostias son bien gordas si. Que Superman no se preocupe por el daño colateral es muy estúpido, y las peleas van más en bucle que in crescendo, pero están bien.

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