miércoles, 19 de junio de 2013

El Último Catón

Estamos en pleno bombardeo publicitario. Dan Brown acaba de sacar nuevo libro y hay mil y una historias y leyendas urbanas a su alrededor, como la del búnker de los traductores. Pero ya hablaré de eso cuando me lo haya leído, cosa que aún no ha ocurrido. Aunque si no voy a hablar de ese... ¿Por qué empiezo por aquí? Porque me viene bien. Por lo que he podido ver, el libro toma esta vez como base la Divina Comedia de Dante, aparentemente la parte del Infierno, exactamente igual que uno de los libros más entretenidos que he leído desde hace años: El Último Catón, de Matilde Asensi. Y es de este libro del que voy a hablar hoy.


Me gustan las novelas históricas desde siempre y conocí a Asensi con Iacobus y Peregrinatio, dos de sus libros anteriores. Por eso cuando cayó en mis manos El Último Catón, ya sabía que me gustaba la forma de escribir de esta autora española que antes que escritora fue periodista y que se centra sobre todo en la novela histórica y de aventuras. Y a veces, mezcla ambas cosas. Como en el libro que tenemos entre manos. O sea que sí, leo cosas que no están escritas en inglés.

Periodista antes que escritora.

El argumento es sencillo: Sociedad secreta haciendo perrerías y tres protagonistas siguiéndoles los pasos para acabar con dichas perrerías. Vamos, libros con ese argumento hay a patadas. ¿Por qué este? Casi que contarlo puede fastidiar toda la trama del libro, pero veamos: Hay Dante, lo cual siempre es bueno porque es literatura de la buena; hay Vaticano, por lo tanto curas con chanchullos y la Guardia Suiza (cosa que a mí personalmente me suele gustar); hay arqueólogos y archiveros, señores. Ahí rara vez soy objetiva, me encanta que mis profesiones sean protagonistas de libros; y todo gira entorno a la Vera Cruz, los milagros, pruebas de ingenio, valor, y un Dante metido en cosas algo turbias.

Los personajes principales me resultaron cómodos, el Capitán de la Guardia Suiza Caspar Glauser-Röist, con el que pasé de la tirria a la comprensión según pasaba páginas, el arqueólogo egipcio Farah Boswell, que parece a ratos Indiana Jones... pero cuando da clase, no cuando reparte latigazos. Y la archivera Ottavia Salina, protagonista del libro, que es una monja a la que la autora mete en más de un problema por ello. Siciliana que vive en la inopia respecto a los negocios de su familia, con un carácter algo seco y obsesivo al principio pero que evoluciona gracias a la búsqueda en la que se ven envueltos. Y el dichoso Catón, y los malditos Estaurofilaques. No, no son un grupo de rock. Son la sociedad secreta que hace perrerías de la que he hablado antes.

Constantino encontró la Vera Cruz... ¡Y se lió!

Indicaciones: Es una lectura amena, fácil si se tiene costumbre de leer, bien escrita y que es capaz de entretener a casi cualquiera.

Contraindicaciones: Si no se tiene costumbre de leer o no gustan los libros en los que hay que estar atento a las pistas puede ser algo agobiante y perderle el hilo. Si no soportas las novelas de misterio con acertijos.

Interacciones: Es igual de efectiva con el sofá que con la toalla en la playa pero ojo al sol, que entretiene mucho el libro y no nos hacemos responsables de las quemaduras.

Efectos Secundarios: Que te den unas ganas tontas de comer comida egipcia, visitar Sicilia o montar una petición en Change.org para que abran los Archivos Vaticanos.

1 comentario:

  1. Y ¿qué me dices de la descripción que hace del Paraíso? Algo fascinante y deseable para algunos.... y también algo insoportable para aquellos que no pueden prescindir de las emociones, los conflictos y en fín los múltiples avatares que se suceden en la vida cotidiana....
    Es el pasaje que mas me gustó del libro...

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