Probablemente te has cruzado con este tipo de canciones más de una y de dos veces. Su principal característica es que al margen de pequeñas variaciones necesarias para dar variedad a la composición, la melodía principal se repite una y otra vez, solo que cada una de las sucesivas ocasiones en las que la escuchamos se añade un instrumento nuevo o una pequeña variación de la melodía que encaje en la armonía general. Aunque hay de todo, acostumbran a ser composiciones sencillas que poco a poco van “llenando” el aire con un sonido cada vez más denso que fortalece la energía emocional que transmiten, pero sin necesidad de llegar a un clímax melódico diferente como es habitual en los build up. Se trata de coger una misma melodía y ponerla poco a poco, al 110%.
Un ejemplo de manual de este tipo de composición que he llamado con cierta sorna Xanatos Instrument Pile Up lo encontramos en Mike Oldfield. Muchísimos de los temas de sus discos melódicos siguen este patrón. Una de las más conocidas (y que además es meta porque van presentando cada instrumento que se une al conjunto hasta alcanzar las famosísimas campanas tubulares) es The Bell, del disco Tubular Bells II. Empezando por la presentación del “Grand Piano” y acabando con el “Tubular Bells”, entre medias se unen los coros vocales, el bajo, y bizarrías como el procesador de sonido digital... Siempre con la misma melodía.
Quisiera hacer hincapié en que no hay que confundir este amontonamiento de
instrumentos con un build up. A veces coinciden, porque se aprovecha el
volumen creciente de la canción para llevarla a un apoteosis, pero en
realidad, son cosas distintas. La canción instrumental Rebel Heart de
The Corrs, verbigracia, añade cada vez más instrumentos como la flauta,
la guitarra y también unos coros, pero lo hace de una manera muy
tranquila y el punto álgido de la canción tampoco se distingue demasiado
del principio. Simplemente, al añadir más elementos la melodía se va
formando, por poner un símil, desde el esqueleto hasta su forma
completa, pero la emoción que transmite la canción apenas cambia.
Evidentemente,
si podemos elegir el camino de tomárnoslo con calma... también podemos
ir añadiendo instrumentos and go beyond epic. El tema Bolero, el de los
créditos finales de Moulin Rouge, comienza con un piano solitario y
algunos lejanos violines. Pero amigos míos, enseguida aparecen los
coros, los platillos y los instrumentos de viento y la percusión y...
y... Al final se convierte en un delicioso caos sonoro donde todo suena
cada vez más alto y más rápido concediéndonos al mismo tiempo un pile up
de instrumentos y un build up, un crescendo que ya para el minuto 3
está embalado. Y no para hasta el final.
En
un punto intermedio se encontrarían composiciones como Oceanía de
Didier Orieux, cuya melodía base ayuda a generar anticipación ante cada
ciclo que se repite hasta llegar a un final en el que está bastante
cerca de culminar un build up. Pero es que Oceanía hace trampa. La
trampa de Oceanía estriba en que empieza con tonos muy bajos y a cada repetición va subiendo el tono con cada instrumento que se añade. Y claro, a
tonos más agudos, mayor sensación de urgencia y épica. Pero la melodía
no cambia en ningún momento, de modo que no llega a explotar y por
tanto, yo al menos, no lo considero un build up.
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