lunes, 18 de marzo de 2013

Gloriosa Miseria

Los Miserables es un musical y por tanto no vamos a engañar a nadie: Se canta mucho y bien, prácticamente es lo único que se hace en esta película. Pero tras más de 25 años sobre los escenarios, la trama, los personajes y las partituras están perfectamente conjuntadas y funcionan como un reloj. El acierto del director ha estado en coger unos buenos actores, ponerlos al servicio de unos temazos musicales y permitirnos disfrutar de la historia de una manera directa y emocionante.

 

 

Los Miserables es un relato de redención, de amores no correspondidos y de ideales nunca alcanzados. Sus personajes caminan por el mundo siempre a la búsqueda de algo que no obtienen y sus vivencias y sentimientos, tan difíciles de explicar, nos los transmiten musicalmente, de esa manera tan sencilla y a la vez tan elocuente como solo la música puede.
 
La película asienta sus bases en un musical de merecido éxito y reconocido prestigio, adornando sin exagerar lo que cuenta con recursos cinematográficos eficaces y permitiéndose esa gran diferencia con un musical de escenario: el primer plano. No merece entrar en demasiados detalles de la historia, que es bien sabida: Jean Valjean, condenado a años de prisión por robar un pedazo de pan para su sobrino moribundo es liberado con la condicional perpetua, que viene a ser otra condena de por vida a ser despreciado y dado de lado. Condicional que rompe para convertirse en un hombre honesto y de provecho, al que no obstante seguirá dando caza el inflexible Javert, un inspector de policía que consagra su vida al cumplimiento de la ley. Luego entre medias tenemos una niña que se convertirá en mujer y su primer y gran amor, que tiene aires de revolucionario.

 

Ley, Redención, Amor, Justicia, Destino. Las historias de estos cinco personajes se escriben con mayúsculas.

 

Con Hugh Jackman y Russell Crowe en los papeles estelares y Anne Hathaway en el más emotivo y agradecido, Los Miserables tiene la calidad actoral bien cubierta y aunque todos los intérpretes dan lo mejor de sí, quedan claras tanto las limitaciones vocales de Crowe como las virtudes de Jackman. Destacan después el agradecido papel de Anne Hathaway como Fantine (que canta el famoso “I Dreamed a Dream” y encima se ha llevado un Óscar por ello) y la sensibilidad y gusto de Samantha Barks como Éponine (fichada con total justicia y acierto del montaje musical) en temas como “On my Own”.
 
Los Miserables entretiene. Los Miserables divierte. Pero sobre todo, Los Miserables emociona. La música es una delicia y la historia avanza a golpe de temazo tras temazo. Los personajes apenas hablan, todo lo que dicen, lo dicen cantando, dejando así en ridículo a toda esa colección de películas que se llaman a sí mismas musicales y no son más que largometrajes con muchas limitaciones que encasquetan canciones y bailecitos porque sí. En Los Miserables rara vez se baila mientras se canta. Porque mientras cuentas la historia lo normal es que te toque cantar mientras discutes, mientras peleas, mientras viajas, mientras piensas, mientras... haces avanzar la trama, en definitiva.
 
Los Miserables es un viaje a ratos divertido, a ratos escalofriante y a ratos hipnótico por el devenir de sus personajes que hace suya la opinión, por mí compartida, de que algunas historias son demasiado importantes y bellas para no transmitirlas cantando.

 

El trasfondo revolucionario introduce los dramas individuales en un contexto donde la felicidad personal ha de supeditarse al bien común


Indicaciones: Fans de los musicales. Amantes de los finales de pañuelo en ristre. Cualquiera que sepa apreciar la belleza del canto.

Contraindicaciones: Si odias leer subtítulos y no entiendes inglés, abstente. Si cualquier número musical te irrita, mejor pensárselo dos veces. Gente que no aguante dos horas y media viendo una película.

Interacciones: El musical original, Moulin Rouge, cualquier musical que no meta con calzador los números musicales.

Efectos Secundarios: La acumulación de temazos puede provocar cancionitis para días. Irás a pincho a por la Banda Sonora. Irás a pincho a por el musical. Los temas que más te lleguen, no te abandonarán ya nunca.

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