Los
Miserables es un musical y por tanto no vamos a engañar a nadie: Se
canta mucho y bien, prácticamente es lo único que se hace en esta
película. Pero tras más de 25 años sobre los escenarios, la trama, los
personajes y las partituras están perfectamente conjuntadas y funcionan
como un reloj. El acierto del director ha estado en coger unos buenos
actores, ponerlos al servicio de unos temazos musicales y permitirnos
disfrutar de la historia de una manera directa y emocionante.
Los
Miserables es un relato de redención, de amores no correspondidos y de
ideales nunca alcanzados. Sus personajes caminan por el mundo siempre a
la búsqueda de algo que no obtienen y sus vivencias y sentimientos, tan
difíciles de explicar, nos los transmiten musicalmente, de esa manera
tan sencilla y a la vez tan elocuente como solo la música puede.
La
película asienta sus bases en un musical de merecido éxito y reconocido
prestigio, adornando sin exagerar lo que cuenta con recursos
cinematográficos eficaces y permitiéndose esa gran diferencia con un
musical de escenario: el primer plano. No merece entrar en demasiados
detalles de la historia, que es bien sabida: Jean Valjean, condenado a
años de prisión por robar un pedazo de pan para su sobrino moribundo es
liberado con la condicional perpetua, que viene a ser otra condena de
por vida a ser despreciado y dado de lado. Condicional que rompe para
convertirse en un hombre honesto y de provecho, al que no obstante
seguirá dando caza el inflexible Javert, un inspector de policía que
consagra su vida al cumplimiento de la ley. Luego entre medias tenemos una niña que
se convertirá en mujer y su primer y gran amor, que tiene aires de
revolucionario.
Ley, Redención, Amor, Justicia, Destino. Las historias de estos cinco personajes se escriben con mayúsculas. |
Con
Hugh Jackman y Russell Crowe en los papeles estelares y Anne Hathaway en
el más emotivo y agradecido, Los Miserables tiene la calidad actoral bien cubierta y
aunque todos los intérpretes dan lo mejor de sí, quedan claras tanto
las limitaciones vocales de Crowe como las virtudes de Jackman. Destacan
después el agradecido papel de Anne Hathaway como Fantine (que canta el
famoso “I Dreamed a Dream” y encima se ha llevado un Óscar por ello) y la
sensibilidad y gusto de Samantha Barks como Éponine (fichada con total
justicia y acierto del montaje musical) en temas como “On my Own”.
Los
Miserables entretiene. Los Miserables divierte. Pero sobre todo, Los
Miserables emociona. La música es una delicia y la historia avanza a
golpe de temazo tras temazo. Los personajes apenas hablan, todo lo que
dicen, lo dicen cantando, dejando así en ridículo a toda esa colección
de películas que se llaman a sí mismas musicales y no son más que
largometrajes con muchas limitaciones que encasquetan canciones y
bailecitos porque sí. En Los Miserables rara vez se baila mientras se
canta. Porque mientras cuentas la historia lo normal es que te toque
cantar mientras discutes, mientras peleas, mientras viajas, mientras
piensas, mientras... haces avanzar la trama, en definitiva.
Los
Miserables es un viaje a ratos divertido, a ratos escalofriante y a
ratos hipnótico por el devenir de sus personajes que hace suya la
opinión, por mí compartida, de que algunas historias son demasiado
importantes y bellas para no transmitirlas cantando.
El trasfondo revolucionario introduce los dramas individuales en un contexto donde la felicidad personal ha de supeditarse al bien común. |
Indicaciones:
Fans de los musicales. Amantes de los finales de pañuelo en ristre.
Cualquiera que sepa apreciar la belleza del canto.
Contraindicaciones: Si odias leer subtítulos y no entiendes inglés, abstente. Si cualquier número musical te irrita, mejor pensárselo dos veces. Gente que no aguante dos horas y media viendo una película.
Interacciones: El musical original, Moulin Rouge, cualquier musical que no meta con calzador los números musicales.
Efectos Secundarios: La acumulación de temazos puede provocar cancionitis para días. Irás a pincho a por la Banda Sonora. Irás a pincho a por el musical. Los temas que más te lleguen, no te abandonarán ya nunca.
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